Un club humilde, ubicado en la zona Este de Santa Lucía, integrado por un puñado de jugadores con hambre de gloria, que sueñan con llegar a las instancias finales de la Copa de Campeones, aún sabiendo la experiencia y jerarquía con la que cuentan muchos de sus rivales. Van por el gran sueño de todos y no se achican.
En diálogo con La Excusa Deportiva, Pablo Heredia, arquero del equipo, contó lo que significa disputar el certamen. «Tengo 31 años y es mi primera experiencia en Copa de Campeones, nunca antes la había jugado. Es algo muy lindo lo que se vive ya que se puede ver un gran nivel de jugadores como así también de instituciones que no tenía idea que estaban y tienen una muy buena organización para afrontar esta competencia», señaló.
«Ahora nos encontramos con 4 puntos, sólo a uno del segundo y estamos mentalizados que para avanzar de ronda debemos ganar los dos partidos que nos quedan, que si bien son difíciles, tenemos la ilusión de realizar buenos encuentros y poder sumar los puntos que nos quedan por delante. Estamos muy motivados por lo que el fin de semana pasado obtuvimos una victoria como visitante y eso nos dio un envión anímico a todo el plantel», añadió.
Fanático de River y con Franco Costanzo como referente en el arco, Heredia está en Escuela 135 desde hace 5 años. En Primera ataja desde 2021, ya que antes lo hizo en Cuarta.
«El primer objetivo que tenemos como club es dejar una buena imagen en esta copa, siempre con respeto a los demás clubes, y luego llegar a instancias finales si así Dios lo permite. Se va a dejar en cada partido lo mejor de cada uno de nosotros para que nuestro humilde club quede en lo más alto, con la esperanza de que el año que viene podamos participar nuevamente ya con un poco más de experiencia», agregó.
«Mi sueño es ganar la Copa, pero vamos paso a paso. Sabemos que hay grandes equipos y todo cuesta mucho, pero la fe es lo último que se pierde»
Pablo hizo las divisiones inferiores en Juventud Unida, también de Santa Lucía. Con 14 años pasó a San Martín. En el Verdinegro llegó a Quinta. Es que los horarios de entrenamiento le jugaron una mala pasada. «Empecé a estudiar Profesorado en Química, así que sólo me dedique a jugar en la liga de Santa Lucía. No pude recibirme todavía, me quedan unas materias, es una deuda pendiente», admitió.
Para este arquero, el fútbol «es una parte de mi vida que amo». «Me gusta mucho, toda mi familia es futbolera y nos gusta trabajar en la institución, siempre para verla de la mejor manera. Es una pasión que alimenta mi alma y cuando me toca jugar lo disfruto al máximo», confesó.
Y a la hora de soñar, no sólo lo hace con la Copa de Campeones. «Me gustaría jugar en la liga sanjuanina con nuestro club o al menos que nuestra liga sea un poco más vista a nivel Nacional y poder llegar a lo más alto, aunque ya estoy un poco grande para jugar… Me gustaría seguir apostando a la juventud que hay y que ellos puedan concretar este sueño algún día», concluyó.